Durante este presente año, me he notado como inmerso en un profundo sueño, incapaz de despertar de él. Sintiéndome prisionero de mi desconfianza, me veía atrapado en un mundo desconocido que me ahogaba por dentro.
A comienzos de curso, me llené de esperanza y valentía ante la posibilidad de dar con una persona que me sacara del agujero tan oscuro que desde hacía un año me encontraba, pero nuevamente mis deseos de superación y aprendizaje se esfumaron por el aire. Me he visto en la más mísera soledad, intentando por todos los medios rescatar los pedazos de algo que creía conocer como arte.
En cuanto al aprendizaje, podría comentar que he podido conocer ciertos artistas, algunos de ellos algo extravagantes y ridículos, que me han aportado un cierto conocimiento de su arte pero nada más. Esperaba ser rescatado de la inseguridad que me cernía, pero no obtuve respuesta.
Solo me encontraba y solo encontré una salida provisional delimitada por ese empeño y constante esfuerzo de superación. Aprendí de mí mismo frente a los obstáculos que tenía y, como capitán de barco saqué a flote mi creación artística.
El retrato, se ha convertido en mi principal aliado y mi compañero de viaje. Me ha enseñado, corregido y levantado en ocasiones donde solo había oscuridad. En lo referente a la nota de curso, no me gusta ser orgulloso ni arrogante, sino más bien humilde y práctico. Aquí, tendría en cuenta dos notas: una nota física de mis sesiones de pintura y otra nota a la que yo considero real y ética, porque es la que siento que es la verdadera y es lo que he vivido durante estas vacaciones de verano pese a todas las adversidades. Con esto mi nota del curso se correspondería con un 4 y la nota real, después de haber encontrado esa satisfacción que tanto ansiaba se correspondería con un 7,5. Independientemente de la nota final que opte, sea la nota que sea, lo asumiré con agrado.
Antes de terminar, me gustaría darle las gracias a Emilio por habernos ofrecido el presente curso y habernos mostrado el arte desde otra perspectiva.
