El Retrato: La obra impregnada entre la historia y la eternidad.

PRÓLOGO



“De todos aquellos retratos, mi preferido era por supuesto el de una mujer joven, que no pasaría de los veinte años y que me era muy difícil situar en el tiempo, pues aparte de su belleza intemporal también eran intemporales su vestido y su tocado. Una túnica de pliegues paralelos, capricho del autor del cuadro, que lo mismo podía ser medieval que renacentista estilo imperio o falsamente helénica, y un tocado de cabellos recogidos en un moño alrededor de una diadema dorada, podían pertenecer a cualquier época e incluso ser mis contemporáneos, a la moda de nuestra reina Isabel II, que Dios guarde muchos años. Tenía una mirada dulce y soñadora. Quizá muerta en la flor de la edad, su presencia contrastaba con las otras mujeres. Era más niña, más indefensa, más inocente en el angelical ofrecimiento de su belleza. Sufría como todas las otras y quería hablarme, con la carnosidad adulta de sus labios, que se contraían en un mohín ingenuamente incitante Mi quinqué recorría su cuerpo, velado por aquella tela demasiado pesada para la grácil silueta que se adivinaba debajo de aquella abstrusa geometría de los pliegues que no le hacían justicia ni a su feminidad ni a sus ganas locas de libertad. Pero ella pugnaba por atraer mi atención, que yo estaba dispuesto a concederle sin condiciones. Cada vez que la veía, sus gestos de ansiedad se hacían más premiantes, como si se acercara el final irrevocable de un plazo dado o sus resistencias se estuvieran agotando.
Su desesperación y mi feliz arrobamiento se juntaron para sacar su retrato de entre los otros y llevármelo fuera. Me quedé mirándola, en respuesta a su necesidad de compañía y de diálogo. La escasa luz, el cansancio acumulado de mis insomnios pasados u el fulgor de su belleza me hicieron ver que sus labios se movían en una abierta sonrisa de entrega. No supe qué hacer y el incontrolable temblor de mis manos, que apenas podían sostener el peso del quinqué, dibujó sobre el rostro de la muchacha una agitación de sombras, como si ella se estuviera moviendo. Me acerqué para comprobar la verdad de las apariencias y para responder a la premiosidad de sus demandas y noté, lo juro y que me caiga muerto ahora mismo si no es verdad, su respiración cálida y perfumada sobre mi boca. Ni que de decir tiene que, antes de caer desmayado, no pude evitar rozar con mis labios aquella incitante invitación a los suyos. La respuesta que obtuve, con todas las características de un beso enamorado, me hizo pensar en un relámpago de lucidez que estaba cometiendo incesto con una de mis antepasadas y añadiendo al repertorio familiar un nuevo pecado, que no estaba incluido en el manuscrito”.



Luciano G. Egido
La piel del tiempo, colección andanzas 2002




 INTRODUCCIÓN



A lo largo de la Historia y el tiempo, a través de infinidad de  disciplinas artísticas, el hombre ha tratado de capturar e investigar sobre todos los detalles de cuanto le rodeaba. Sin embargo, son pocos los grandes artistas que han conseguido reflejar ese mágico instante de realidad comunicando a la sociedad de forma prodigiosa desde sus obras. El tema característico que se desarrolla, se retoma, que atraviesa los siglos: la magia del retrato, no es sino un juguetón engaño entre verdad e ilusión, la imagen reproducida de una persona parte de un motivo simple y directo, pero se transforma en uno de los géneros artísticos más sutilmente inquietantes.
Qué niño en su etapa infantil no ha dibujado mediante una serie de garabatos enmarañados a sus padres, siendo justamente “retratos” como mero desarrollo y conocimiento. Incluso el retrato aparece en otras formalidades como en la literatura de Dorian Grey en el que magia, fabula y tragedia van de la mano. El discurso se alarga si por ejemplo se añade el tema análogo del espejo, de la imagen reflejada, en función de las emociones e incluso de la locura.

La palabra “retrato” deriva del latín re-traho, y tiene un recorrido etimológico muy parecido al del término análogo portrait. En ambos casos, la traducción exacta del latín indica la acción de “sacar fuera de”, de recuperar la imagen de la realidad. Un toque de mayor sutileza venida de la mano de los artistas renacentistas como Durero,  viene dado por el término contra-facere, pensando en el verbo “imitar”, bien falsificar o reproducir de modo engañoso, cometiéndose un gran error o factor negativo. El pintor capta una expresión fugaz que va y viene, un momento de la vida, un impulso sentimental, un “movimiento del alma”  y lo fija sobre la tabla o tela.
A partir del siglo XIX junto a la aparición de la fotografía aparece una doble vida: la real del personaje, sujeta al tiempo que pasa, y la de la obra de arte, que se cristaliza en un ícono, sale de la crónica y entra en la historia, se convierte en memoria, “monumento”. Por tanto, esta gran diferencia que surge durante este siglo, traerá gran polémica en referente a los críticos del arte en solucionar la respuesta de ¿Cuál es el papel del artista? ¿Imitar o interpretar la realidad? Ante esto, muchos artistas han dado el paso de ir más allá buscando “la idea” bajo los rasgos. Dado el caso citar como no a Miguel Ángel, otorgando una mayor importancia a sus dibujos de rasgos faciales, reflejados con un cierto espíritu que a sus esculturas. En general, el retrato nace del deseo de prolongar la existencia sobre la tierra para la permanencia de la memoria con una evocación de virtud y valores impresos.




OBJETIVOS



Parto principalmente de un objetivo general, basado en entender la situación del retrato concretando su evolución y estado actual.


La capacidad de investigar el proceso de trabajo en cuestión de gustos, modas y política de la época desde los primeros vestigios del arte romano hasta nuestros días.


Interpretar de manera autorreferencial las obras, algunas de ellas famosas en la historia del arte que personalmente considero esenciales como punto de partida para la evolución del retrato.


Conseguir retratar en las diferentes épocas de la historia a personajes actuales que especialmente me son familiares o desconocidos y están en mi alrededor o entorno en el que vivo.


Poder conocer e indagar sobre las opiniones y pensamientos críticos de personajes relacionados con el arte, especialmente en la temática del retrato.


Por medio de bocetos previos, poder comprender y acoger la esencia de cada pensamiento de la época, así como de los artistas de cada ámbito para establecerlas como punto referencial a mi trabajo.


           

METODOLOGÍA



En el campo del arte, concretamente en la tipología del retrato, se ha basado mi trabajo  en investigar sobre los distintos escritos y estudios que, gracias a los arqueólogos e historiadores del arte, e podido completar mi trabajo.

Para este trabajo, he podido contar con la ayuda de diferentes historiadores y críticos de arte que centran su especial investigación en la situación del retrato a lo largo de la historia y en la actualidad.
El acceso a la biblioteca de la facultad de Bellas artes en Granada y a sus amplísimos recursos bibliográficos y mi pequeña formación artística, camino de ser licenciado en Bellas artes, me ha permitido disponer e interpretar adecuadamente esa riqueza documental. Internet también ha resultado una herramienta muy útil para acceder con comodidad tanto a documentos escritos como a imágenes.

A la hora de ordenar los contenidos de este proyecto, a lo largo del primer capítulo de carácter más histórico, he podido estudiar e investigar la evolución de este tema a lo largo de la historia del arte y su contexto histórico y cultural, para resolver el aspecto general de mi proyecto.

En el segundo capítulo, expondré en una breve presentación las distintas obras escogidas a lo largo del arte, que bajo mi interpretación personal y artística he concebido como puntos de desarrollo y evolución de esta temática dentro de ese espacio-tiempo.

 La importancia de la pintura y su modo de expresión como progreso, evolución y estética recaía en la técnica y destreza entre otros, por lo que albergando el tercer capítulo explicaré las diferentes técnicas que surgirían o desaparecerían en el tiempo que, en mi estudio he escogido para entender la cuestión de moda y forma estética y artística de cada periodo u obra. Ateniéndome a estas técnicas tales como el óleo, he detallado las características y aspectos formales, así como su origen.

En el último apartado, me baso en explicar en qué medida este tema investigado forma parte de mi compromiso personal, tanto desde la perspectiva ética como estética.

Como proceso de estudio e investigación, aporto de manera ampliada mi bibliografía junto a páginas webs visitadas, archivos de PDF, videos, exposiciones que están relacionadas con mi trabajo y reportajes periodísticos.




LA PIEL DEL TIEMPO



Desde mi tierna infancia, mi predilección por esta temática surgió por el interés de plasmar en una simple hoja cuadriculada aquellas cosas que para mí me eran importantes. Dibujar el hogar, la familia, concretamente los padres me llevaba a un mundo lleno de fantasía, en el que primaba por encima de todo la perpetuidad, esa necesidad de recordarlos en cualquier lugar que, en muy repetidas veces me llenaba interiormente y tranquilizaba mi espíritu.
Aquellas caras con forma oval y mirada fija me miraban, me sonreían, me envolvían en un alo de protección y cariño incluso a veces hablaban conmigo preguntándome qué tal llevaba el día. Comprendí que el poder que tenía en mis manos era muy especial.

A lo largo de mis siguientes años, el hecho de dibujar a personas se convirtió para mí en un verdadero hobby. Por fin descubría que tenía esa magia para poder representar lo que quisiera y cuando quisiera, por lo que me llevaría más tarde a conocer el dibujo y todos sus aspectos formales. Me sentía el ser con más privilegios que un niño pudiese imaginar.

Durante toda mi juventud, ahora que mi conciencia comienza a madurar, miro hacia atrás en el tiempo y, contemplo la debilidad por la que el ser humano ha padecido ante la posibilidad de la pérdida del recuerdo, al olvido de lo que uno fue, de una situación vivida o un momento feliz. El retrato era uno de esos resultados por el que el hombre pagaba con intereses al mundo del arte, donde en el lienzo o cuadro quedaba sellada la mirada, eterna y condenada a ser observada a lo largo de los siglos y quizás olvidada por quienes fueran los descendientes.

El retrato se ha convertido para mí, en una forma de experimentación de la propia personalidad que nos condiciona y que trata de ser desvelada por el artista. Durante estos años en los que he podido investigar las posibilidades que me plantean el dibujo y la pintura así como técnica y soporte, me ha dado paso a conocer, estudiar y poner en punto mi destreza y creación artística, afianzando nuevas aportaciones.

Durante este primer capítulo y,  basándome en las reflexiones de críticos de arte, documentos escritos e imágenes relacionadas, hago un especial hincapié en la evolución y características dentro de la historia del arte, albergando el retrato desde la antigüedad del arte romano hasta nuestros días. ¿Cómo ha evolucionado la imagen del retratado desde la antigüedad clásica hasta la 1º mitad del siglo XVII?, ¿qué características presentaba el retrato en el fauvismo?, ¿qué tipo de técnicas se han dado dando paso al virtuosismo?, ¿qué papel desempeña el retrato en la actualidad?
En las siguientes páginas podrá encontrar la respuesta a estos interrogantes.




El Arte Romano: Teatralidad y elegancia



Según Willy Zshietzschmann, se entiende por arte romano al que floreció en la cuidad de Roma y en su imperio. Comprende pues, todo el conjunto de obras que aparecieron a lo largo de la época en que los romanos impusieron su hegemonía sobre el mundo.

Para centrarnos en el tema que pretendo elaborar, debemos de centrarnos en la pinturas y mosaicos de la zona de la Campania romana, principalmente en las obras encontradas en las ciudades de Herculano, Stabies y en Pompeya (como ejemplo en las halladas en la Villa Livia), como zonas más importantes, ya que según señala Gombrich, prácticamente la única forma de que se puedan obtener ideas sobre la pintura romana, “es contemplar las pinturas murales y los mosaicos que se han descubierto en Pompeya y en otros lugares”, ya que en esa región “casi todas las casas y villas de la ciudad tenían pinturas en sus muros, columnas y panoramas pintados, imitaciones de cuadros y del teatro”.



                                      Muchacha recogiendo flores. Siglo I d.C.




Marco espacial



El marco geográfico se constituye como el dominio del imperio romano, comprendiendo Roma como la capital del estado, concretamente al área de “La Campania”, y dentro de esta, las ciudades que fueron destruidas por la erupción del volcán Vesubio, durante el reinado del emperador Tito, en Agosto del año 79.

Las obras pictóricas de esta parte, provienen de las ciudades de Herculano y Stabies, y principalmente de la gran ciudad de Pompeya, regiones agrícolas cercanas a la actual Nápoles en Italia. Teniendo en cuenta que toda esta región fue devastada por la erupción del volcán Vesubio, acabando con la mayoría de la población residente (en un radio de 18 kilómetros aproximadamente), este catastrófico suceso permitiría la conservación de buena parte de sus construcciones y sobre todo de la famosa casa romana, la cual en su mayoría contenían diferentes pinturas murales y mosaicos.

El interés por esta región, se rige por la buena conservación de sus ciudades y por la posibilidad  en la actualidad de poder conocer estas ciudades tal y como eran hasta el momento de su destrucción, permitiéndonos conocer aún más de la vida que desarrollaban los habitantes romanos de esa región, su arte y cultura. Actualmente, el museo de Nápoles conserva numerosos restos de lo que fueron estas ciudades, especialmente en Pompeya.


                            
                        La región de la Campania Romana y la Ciudad de Pompeya.



A pesar de que en esta región las pinturas conservadas no se contemplan como obras maestras, la importancia radica en la sorprendente destreza que existía en una ciudad tan pequeña y de escasa importancia, como lo era por ejemplo Pompeya, cuya principal función era la de servir de ciudad de veraneo. Según señala Alfonso Jiménez que “conocemos la pintura romana gracias a los frescos que han aparecido en la ruinas de Pompeya  y de Roma, y en algunos casos conjuntos, de menor extensión, dispersos por el resto del imperio, sobre todo en Italia central; también sabemos algo de ella a través de los mosaicos que, aunque constituye una técnica  muy distinta y con menos posibilidades,  proporcionan alguna información, ya que, en medio de los motivos de relleno que solían conformar una parte importante de los suelos decorados los puntos más significativos de la composición musivaria solían reservarse para algún emblema, donde, tomado de la pintura convencionales, dentro de un repertorio bastante limitado”.




Marco temporal



Una vez realizado el estudio del marco geográfico, queda realizar una delimitación cronológica , que será dentro del periodo que abarca desde la 2º mitad del siglo II a.C., hasta la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C. Históricamente hablando y en relación a lo que fue la historia de Roma, la delimitación temporal se inicia a finales de la etapa republicana hasta la erupción del Vesubio en los comienzos de la época imperial.
Con el objeto de realizar una periodificación más acorde a la parte artística, nos basamos en el estudio realizado por el investigador alemán August Mau (y luego tomada por otros investigadores y críticos de arte) a finales del siglo XIX en que a través del estudio de los frescos de la ciudad de Pompeya establece 4 etapas, cada cual con su propio estilo.


Nombre del estilo
Periodificación
Características



Primer estilo
Estilo de Incrustación
Desde la 2º mita del siglo II a.C., hasta principios del siglo I a.C.
Se caracteriza por la imitación de materiales ricos (como el mármol) en las paredes para evitar recubrimientos costosos



Segundo estilo
Estilo Arquitectónico o Ilusionista
Siglo I a.C.
Se caracteriza en representar  falsos elementos arquitectónicos, como por ejemplo piezas y columnas, buscando el lujo y la imagen de grandeza



Tercer estilo
Estilo Mixto
Durante la época del emperador Augusto, entre el 31 a.C., y el 14 d. C.
Se mezclan los dos estilos anteriores realizando diseños ornamentales junto con elementos vegetales o animales estilizados



Cuarto estilo
Estilo Teatral o “Rococó Romano”
Desde el 14 a.C., hasta la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C.
Se caracteriza por la realización  de los elementos arquitectónicos provenientes del mundo teatral como por ejemplo cortinajes, máscaras o telones


A continuación, procederemos a la descripción de los últimos estilos romanos, ya que a partir del 31 a.C. comienza a surgir en las composiciones la figura humana de tipo realista, para acercarnos a la temática que nos interesa.




Tercer estilo: Estilo Mixto 31 a.C. al 14 d.C.



En este estilo se mezclan los dos primeros estilos junto con diseños ornamentales como candelabros, elementos vegetales estilizados, figurillas de animales junto con escenas mitológicas y edificios fantásticos. En este estilo se hace un uso frecuente de colores muy intensos y contrastados con el destaque de colores de los tonos rojos, negros, blancos y amarillos.



                                              Danae y Perseo. Siglo I d.C.



Durante esta época se comienza con el período imperial de Roma, y junto con ello, el arte de los emperadores. Se convierte por tanto en un arte de tipo “estatal”, ya que se le vincula íntimamente con la persona del emperador. Es sin duda, desde la época del emperador Augusto, que el arte romano  se convirtió en un “arte político” en cuanto a un apoyo para el sistema y la representación misma del estado, al igual que las obras del emperador, en las creaciones del arte.

Representa ese claro progreso con los anteriores estilos a pesar de que se produzca una reducción del movimiento dentro de las obras, a favor de una quietud mucho menos  dinámica. De esta manera “los adornos vuelven a convertirse en motivos que ni escapan ni ahondan en la superficie; la perspectiva a perdido la profundidad; la pared recupera su función de tabique divisorio, pues la pintura ha renunciado a los efectos de la amplitud espacial.

La imagen mostrada arriba, es el claro ejemplo de este periodo y cambio en los aspectos formales ya mencionados. Esta obra, realizada al fresco sobre mural procede de Pompeya y describe el mito en donde “según el oráculo, un hijo de Zeus y Danae, Perseo, mataría a Acriso, su abuelo materno. Para evitarlo Acriso mandó encerrar a Danae y al recién nacido en una arca y echarlos al mar. Describe le momento en que ambos son rescatados en la isla de serifo por unos pescadores.
En esta obra, se representa una temática propia de este estilo: un tema solemne y místico. Se puede observar la simplicidad del fondo donde se representan las figuras, las cuales poseen una gran carga emotiva. La mujer, de rasgos griegos, de manera serie y solemne vigila atentamente los movimientos de los dos varones, mostrando seriedad en sus gestos, una cierta virilidad que les otorga una gran fuerza expresiva.
Adentrándonos en el campo de la psicología, que por lo demás se logra de gran manera, las figuras están estableciendo un diálogo que va más allá de las palabras, parecen comunicarse por medio de su espiritualidad.
Cabe destacar que esta pintura ejemplifica muy bien otros elementos presentes en este tercer estilo, en el que la profundidad cobra menos importancia, otorgando a la pared un tono uniforme “color pompeyano”.




Cuarto estilo: Estilo Teatral/Rococó Romano 14 a.C al 79 d.C.



Este cuarto estilo se caracteriza por pintar elementos arquitectónicos provenientes del mundo teatral como cortinajes, telones, máscaras, cintas, etc…lo que le ha dado su nombre.

Es por este mismo motivo, que las pinturas de esta época se idealizan o “teatralizan” un tanto sus obras, ya no siendo tan apegadas al realismo de los estilos anteriores. Por ejemplo en cuanto a los retratos de carácter femenino, se ve el constante entre un arte republicano (reflejar los estragos que causa en la piel el paso del tiempo como las arrugas, surcos, macas, etc…), frente a este cuarto estilo, todavía influenciado por la época de Augusto, que suaviza cualquier tipo de fealdad en la reproducción del rostro femenino al igual que para el masculino, resaltando la estructura plástica de la cabeza y descuidando el movimiento psicológico a favor de una mayor dignidad y decoro en la composición de las figuras.

Albert Premier, señala que las arquitecturas pintadas todavía conservan su carácter fantástico, logrando a pesar de ello un relieve muy realista. En cuanto a los motivos representados en las obras pictóricas, se quiere conservar el espíritu de decoración para las habitaciones. Gramier señala que los temas  “Se hacen muy variados, las marinas y las naturalezas muertas alternan con las escenas del género, con frecuencia excesivamente realistas, y con los temas mitológicos”.


                                                   
                                        Beso entre Amor y psiquis. Siglo I d.C.



Este cuarto estilo, que nació en Pompeya durante la reconstrucción de esta en el seísmo del año 62 d.C., significó para Alfonso Jiménez, “una vuelta a cierta verosimilitud en el tratamiento de los marcos arquitectónicos, pero la intención básica fue la de disolver con la pintura los límites físicos de la pared, que quisieron ser solamente el soporte de múltiples espacios ilusorios e impresionistas”.

La obra  Beso entre Amor y Psiquis, realizado al fresco sobre mural se enmarca dentro de este cuarto estilo de pintura pompeyana. Se trata de una escena idílica con elementos barrocos cargada de sensualidad visible junto a una gran carga expresiva, ya que el gesto en que la figura del varón toma por la cintura a la mujer, le otorga a la escena una gran pasión para la correcta representación de personajes míticos romanos como el Amor y Psiquis.
En la composición, resalta la fuerza expresiva de los colores empleados por el artista, en donde destacan colores fuertes como el rojo, el verde, o el color de la piel de los personajes. Por otro lado, la postura de los personajes sugiere una pose forzada, una forma de actuar a la usanza del teatro. Esta sensación da paso a una gestualidad muy marcada, casi exagerativa, en donde el brazo y el beso que se dan los personajes, resulta demasiado apasionado, por lo cual se crea una sensación de teatralidad. Se ha de destacar que ambos personajes están concentrados el uno en el otro, dando señas de no querer acabar ese beso, reforzando así la identidad y personalidad de los personajes ligándolos con los más íntimos sentimientos humanos.




Técnicas



Sin duda la pintura desarrollada en Grecia, encontró dentro de Roma, la mejor manera no solo de extenderse, sino también de perpetuarse. Un ejemplo de ello, es que la gran mayoría de las casas o domus romanas estaban en su mayoría decoradas con varias composiciones murales (frescos y mosaicos principalmente y, que gracias a su grado de conservación, han podido ser contemplados hasta la actualidad) y en menor medida ciertas obras en caballete (de los cuales prácticamente no se han encontrado piezas, ya que se cree que la mayoría fueron destruidas o simplemente trasladadas desde la época de la decadencia del imperio romano).

Por otro lado, teniendo en cuenta la gran variedad de técnicas que presenta la pintura romana, básicamente me centro en dos: la pintura mural (el fresco mural) y la técnica de los mosaicos, por ser más relevantes en la periodificación antes vistas y por que son las técnicas con las cuales se hicieron la mayoría de las obras (y también la mayoría que se han conservado hasta hoy) de la zona en estudio, principalmente de las tres ciudades ya mencionadas.




La Pintura Mural (Fresco)



Consistía en pintar al fresco sobre un muro preparado a base de estuco. En esta técnica se “pintaba al fresco sobre un muro preparado a base de estuco (revoque de cal, polvo de mármol, alabastros o yesos) y luego pulido. Era importante pintar sobre la superficie húmeda colores desleídos en agua de cal, siendo tales colores obtenidos a veces de minerales y otras veces de sustancias orgánicas.

Esta técnica se conoce gracias a los restos encontrados en Pompeya, Herculano, Stabies o en la propia ciudad de Roma (como las pinturas de la casa de Livia o en la Casa de Oro de Nerón), además de en provincias del imperio como España. Estos murales buscan la representación de actos concretos como una ceremonia religiosa, batalla o alguna escena familiar o algún retrato, dejando en claro una de las principales características del arte romano: la utilidad práctica. También se pintan escenas históricas o mitológicas, como también así animales, demostrando otra de las utilidades de la pintura con ese afán práctico: la enseñanza de los mitos o de los elementos de la naturaleza. Estas se dan fundamentalmente en los comedores y bodegones de las grandes casas romanas. Es importante destacar la existencia de un “fresco megalográfico”, es decir, una obra en la cual se representaba a los personajes de tamaño natural y en un gran escenario, por lo cual la obra tenía grandes dimensiones. En cuanto a la pintura de caballete, se cuenta con pocos restos que nos permitan un estudio más profundo en esta técnica, la cual consistía en que el artista elaboraba su obra mediante un caballete o trípode, por lo cual la superficie donde trabajaba solía ser una tela y con unas dimensiones más pequeñas que el mural, lo cual ha negado la posibilidad de su conservación hasta la actualidad.




El Mosaico



Los romanos tomaron la técnica del mosaico del mundo griego. Como espíritu utilitario y práctico de los romanos, este se usó como pavimento y como decoración de paredes y bóvedas. En cuanto a la confección de mosaico, de forma muy variada, ya que desde pequeños trozos de barro cocido incrustado sobre cemento (opus signinum) se iban conformando los temas geométricos, en otras ocasiones se llevaban a cabo cortando losetas de variados colores (opus sectile), hasta las piezas de mayor calidad mediante las teselas (opus tessellatum). El pictoricismo de estos mosaicos, solía apreciarse cuando las piezas observadas eran de menor tamaño (opus vermiculatum).

En un primer momento, el mosaico en Roma era muy limitado, ya que solo se utilizaba como decoración de suelo de las habitaciones privadas de las grandes casas romanas. Más tarde, el mundo bizantino acogerá estas formas romanas para limitarse a los edificios imperiales como templos y palacios, convirtiéndose en decoración mural.
Miguel Tarradell, señala que el mundo romano “emplea el mosaico en el suelo porque es el único que le permite eludir la impuesta sobriedad de los pavimentos, ya que tiene suficiente solidez para convertirlos en portadores de elementos pictóricos”.

El mosaico cumplía un función decorativa y se daba fundamentalmente en los pisos y en las paredes, en donde generalmente a través de un efecto óptico se intentaba simular ciertos elementos para engrandecer el lugar en donde estaba realizado el mosaico.

En cuanto a la temática del mosaico, estos solían ser bastantes limitados que las temáticas de las pinturas al fresco mural, asimismo según Alfonso Jiménez, su calidad gráfica también era bastante limitada, “representándose, a veces de manera deplorable escenas de género muy repetidas y convencionales: grotescas escenas nilóticos, triunfo de Neptuno o Dionisos, escenas báquicas, carreras de carros o presuntos retratos de aurigas y caballos triunfadores de aquellas, etc…




Formas



En cuanto a la forma de la pintura romana, su principal función es la decorativa. Esta característica se comprende si se tiene en cuenta la capacidad práctica del romano, por lo cual su pintura debe tener alguna utilidad, la que era generar un ambiente grato (recordemos que hay estilos en que imita o trata de simular la existencia de ciertos elementos) o por un uso de  herramienta docente con respecto a algunos temas.
Volviendo a las formas que conciernen a la pintura en Roma, es innegable que durante la época imperial, los pintores se hallaban más interesados en los problemas especiales de sus técnicas, que en los servicios de su arte a una finalidad religiosa. Gombrich, señala que actualmente se tiene noticias de “maestros que se especializaron en temas de la vida corriente, que pintaron la tienda a un bárbaro o escenas de teatro, pero todos esos cuadros se han perdido definitivamente”. En este sentido, también hay autores que señalan que dentro de las temáticas  principales que determinaban la forma en la pintura romana, se encuentra “la pintura de historia, de paisaje, escenas mitológicas, de bodegón y pintura animalística.

La pintura histórica y mitológica tiene formas muy similares, en donde principalmente se presenta una imagen con una serie de personajes conocidos por los romanos, ya sea relatando o una escena de mito, leyenda o relatando alguna batalla o triunfo militar. El paisaje es un género aparte y como se ha visto muchas veces a través de un gran y conseguido realismo, trataba de convertir la ilusión en algo real. Finalmente el bodegón, era la imitación de una especie de repisa, o bien la pintura que se hacía en una pared para “rellenar” a través del efecto óptico, las repisas de un estante, en donde frecuentemente se pintan animales u objetos pequeños como recipientes o frutas.




El Retrato Romano



Una forma que recibe un tratamiento especial, es sin duda la temática del retrato que tuvieron los pintores romanos, ya que una de sus necesidades especiales era la de poseer buenos retratos con expresión de vida, ya que estos desempeñaron  su papel en la primitiva religión de los romanos, en donde “fue costumbre llevar imágenes de los antepasados moldeadas en cera en las procesiones funerarias”. Esta utilización del retrato en Roma sin lugar a dudas, estuvo en relación con la antigua creencia egipcia de que la imagen de las personas conservaba su alma.

El retrato en Roma, es por tanto una situación especial  con respecto a otras civilizaciones antiguas, ya que ninguna dejó tal cantidad de rastros similares de su sociedad. Los retratos en su mayoría fueron hechos en piedra, naciendo esta corriente de la necesidad del culto religioso. Tarradell, junto con Gombrich señala que “desde la vieja época romana se colocaban mascarillas de cera de los antepasados en los pequeños altares familiares en los que se celebraba el culto a los dioses titulares”. Estas mascarillas, que se tomaban del rostro de la persona que yacía en su lecho de muerte, nacieron condicionadas al más estricto naturalismo, tendencia la cual no desapareció jamás.

En este sentido, el retrato romano posee raíces muy distintas a las del retrato griego que le había precedido, ya que la tendencia idealista del arte griego había eludido este género, que tan poco encajaba con su esencia., es decir, el retrato griego jamás tuvo una función funeraria como en al caso romano, sino que se utilizaba para dejar constancia de la colectividad en parajes totalmente paradisíacos e idealizados.



                              El Panadero Paquio Próculo y su esposa. Siglo I d.C.



El retrato romano para Zschietzschmann, “Surge  desde sus mismos principios con la pretensión de reproducir el carácter del individuo, no la quinta esencia de su ser”, es decir, básicamente se intentaba (al igual como acontece con la escultura de los bustos durante la época imperial) mostrar a la persona tal y como era, lo que significaba en el retrato pintar a la persona con todos sus defectos físicos, tratando de lograr una imagen bastante realista, además de dejar constancia en el mismo retrato de la actividad o rango de quien se retrataba, puesto que era frecuente que a la persona se le pintara con elementos distintivos de su trabajo, para de esta manera dar cuenta ante quien viera la obra de su rango social.

El claro ejemplo de este apartado, se localiza en la obra El Panadero Próculo y su esposa, conociéndose tradicionalmente como “el panadero y su mujer”, aunque también se ha llegado a establecer de que fuera el retrato de un importante abogado. Esta obra data del siglo I d.C. y fue hallada en la ciudad de Pompeya, en un edificio en ruinas llamado “Casa de Neo”. El retrato está realizado con la técnica del fresco mural y es eminentemente romano debido al interés principal del artista en resaltar la personalidad de los retratados. Los personajes de este cuadro miran con intensidad hacia el espectador, lo que sin duda quiere impactar. Llama la atención, pero no es de extrañar que ambas figuras tienen exactamente las mismas posiciones, ambos apoyando el rostro en dos objetos que intentan dar luces de su trabajo o posición social.

Sin duda el retrato romano es esencialmente romano, ya que el artista retrata a los personajes de forma realista y, concentrando todo el interés en la personalidad de los individuos. El marido aparece retratado como un joven tosco, con una postura muy seria y una mirada que da sin duda indicios de su personalidad. Esta personalidad es a su vez seria, pero a la vez expresiva, inteligente y denota una gran tristeza, probablemente fruto de su relación personal o de algún sentimiento. Por su parte, la figura femenina presenta una mirada hacia el infinito, que fuera de reflejar que se encuentra en una etapa de reflexión interior, dando además señas de una personalidad introvertida e inteligente. La composición se mira de forma conjunta, dando la impresión de que cada personaje vive en su propio mundo, ya que a pesar de posar juntos para el retrato, parecieran estar muy separados el uno del otro. Finalmente se deba destacar que cada personaje se le asignan ciertos elementos, los cuales sin duda quieren dar luces sobre su profesión y con ello sobre su posición dentro de la sociedad romana.

Finalmente y en cuanto al retrato, es importante señalar que a fines del cuarto periodo, el retrato había perdido un poco la psicología de los personajes, tal como relata Plinio el Viejo en la siguiente fuente:
“Sí, sin duda parece que la desidia haya perdido las artes y, como las almas no tienen fisonomía, se descuida también la representación de los cuerpos. Entre nuestros antepasados las cosas eran diferentes: en los atrios no se colocaban ni estatuas de artistas extranjeros, ni bronces, ni mármoles; aparecían alineados unos bustos de cera, cada uno en su propio nicho; imágenes que siempre aparecían dispuestas a seguir el cortejo fúnebre de la familia; jamás un muerto dejó de ser acompañado por todas las generaciones que la habían precedido…”

De esta manera se puede apreciar como el retrato romano junto con la arquitectura, es uno de los grandes aportes a la historia del arte, ya que establece la base de todo el arte ulterior del retrato en Europa, según Zschietzschmann, y como se ha señalado anteriormente, “Este arte, producto del sentido realista que caracterizó a los romanos, tiene un doble antecedente. El retrato etrusco, de tendencia también realista, y la vieja costumbre romana de obtener mascarillas funeraria de cera que se guardaban en las viviendas como efigies de los antepasados y se portaban con toda solemnidad a la cabeza de los cortejos fúnebres. Estas mascarillas, vaciados que se sacaban sobre el rostro del difunto, se trasladaban luego a la piedra”. Aquí se observa su función primogénita. La de servir para el culto religioso a los antepasados a través de un fin funerario.

Alfonso Jiménez, señala que “La pintura romana que, junto con los mosaicos murales etruscos heredó las conquistas de los griegos, muestra la enorme sabiduría empírica y la sensibilidad que alcanzaron sus autores, ya que en determinados círculos y momentos y, representando ambientes específicos, especialmente escenas campestres y grupos pequeños, alcanzaron una maestría notable. El manejo ilusionista de las veladuras y los matices, las eficaces construcciones en perspectiva de paisajes naturales, la adecuada utilización de diversos indicios”.




El Arte Barroco: El poder del hombre



La definición en estilos y periodos es útil, pero siempre problemática. Títulos como “Barroco”, “Gótico”, “Renacimiento”…, son indicaciones básicas del cambio de gusto pero no marcan rígidos confines cronológicos o estéticos. La cultura europea, enriquecida por nuevas tendencias y reacciones, es de una complejidad y de corrientes tan variadas, que ya no hay una noción clave cuya fórmula pueda explicar toda una época, máxime a la altura del siglo XVII en el que nos encontramos.

Unos han pretendido hacerla derivar de la voz griega baros, que significa “pesadez”, como en una alusión a la excesiva cargazón artística; otros han querido ver en ella una derivación de la voz latina verruga, “verruga”; otros, por último, la hacen derivar, con mayor verosimilitud y propiedad, de  una palabra portuguesa con que se designaba en aquella época las perlas gruesas y de forma irregular empleadas en la confección de ciertas joyas fastuosas.


                     
 Muchacha con el sombrero rojo de Vermeer (Rijksmuseum, Ámsterdam).



Por otra parte, no resulta todavía completamente claro si el estilo barroco tuvo su origen en Roma; pero sí es indudable que los artistas barrocos realizaron en la cuidad eterna sus mayores proezas.
El término Barroco fue creado y aplicado por los tratadistas neoclásicos del siglo XVIII, como sinónimo de “extravagante y ridículo”, para designar el arte de la europa del siglo XVII. Pero un siglo más tarde, en 1888, el gran historiador del arte Heinrich Wölfflin en su obra Renacimiento y Barroco le confería su actual significado y alcance histórico, como el arte que sucede al Renacimiento y se opone él.




Marco espacial



El barroco nace pues en Italia, en Roma, impulsado por los papas, con el objetivo de manifestar la veracidad, validez y grandeza de la iglesia y de sus tesis a través de las creaciones artísticas, sin embargo su
difusión por Europa hace que el movimiento se diversifique y podamos diferenciar diversos modelos de barroco según el área geográfica donde se desarrolle, no pudiéndose hablar de una unidad estilística:

1. Barroco vaticano: El barroco se suscita en el arte italiano ligado a la contrarreforma y en evolución, sobre todo técnica, que viene del Renacimiento. Desde Roma se dirige el arte hacia lo espectacular y lo externo, se le dota de una iconografía y se le convierte en instrumento de captación. Es una arte rico y primordialmente religioso.



2. Barroco católico fuera de Roma: El Barroco romano es difundido a través de la compañía de Jesús por la Europa católica (España, Austria, Baviera, Bohemia, Flandes). Desde allí pasará a ser un estilo universal porque la colonización viajará a América Latina. En ocasiones este segundo Barroco, también religioso pero generalmente más pobre, se va a instalar en áreas donde la latinización había reprimido fuerzas anteriores o en las que el Renacimiento tuvo una superficial implantación. Nos encontramos, por tanto, con un continuo desde el tardogótico al Barroco.



3. Clasicismo francés: Es el tercer foco. El estado sustituye aquí  la iglesia; ahora es el soberano absoluto el que pretende en torno a él la adhesión unánime. Se desprecia lo popular y ningún aspecto se libra del control que,  en el caso del arte, se ejerce por medio de las Academias y el Consejo real que consume la producción artística. Las técnicas barrocas que tienden al lujo y a la grandiosidad, continúan pero ligadas al absolutismo y a un arte civil.



4. Barroco protestante: En el mundo protestante, el barroco oficial es el contrarrestado en su afán colectivo por el individualismo, preferentemente el del septentrión protestante. El recurso a la vida anterior en el diálogo con Dios dará una nueva presencia del yo y, con ella, la muerte del aparato y la artificiosidad.
Más que en la arquitectura de los ayuntamientos, se aprecia este barroco en la pintura centrada en la temática religiosa y, sobre todo, en los aspectos de la vida cotidiana porque el mercado del arte se hace moderno y tiene en la burguesía a su principal clientela.




Marco temporal



En el siglo XVII, el poder político de los monarcas se fortaleció dando lugar a las monarquías absolutas: dirección férrea, abundantes medios para sostenerla y resignación de la sociedad a cambio de cierto orden y progreso. El absolutismo se generaliza en Europa durante los siglos XVII y XVIII con la excepción de Inglaterra y Holanda, fortaleciéndose con el despotismo a comienzos del S. XVIII.

Este poder absoluto tuvo su justificación teórica: los teólogos consideraron que el rey lo era “por la gracia de Dios” y los juristas amparándose en la tradición del derecho romano, consideran al rey como la “Ley viviente” y el señor de señores. Hobbes y Bossuet serán los defensores teóricos del absolutismo.

A nivel político, durante el siglo XVII los intereses nacionales se exacerbaron y las naciones pretendieron imponer por la fuerza su hegemonía en Europa.
Las potencias hegemónicas de este periodo son Francia y Austria. La guerra de los 30 años (1618-1648), en la que se enfrentan los príncipes protestantes alemanes apoyados por Dinamarca, Suecia y Francia con los austríacos católicos apoyados por España. Finalizó con la paz de Westfalia, que inicia la hegemonía de francesa en Europa bajo los borbones. El Barroco es pues un periodo del predominio francés que coincide con la desastrosa decadencia española de los austrias. Holanda conseguirá con esta paz la independencia de la corona española.

El fallecimiento del monarca Carlos II sin heredero y la posterior Guerra de Sucesión Española, provocará un nuevo conflicto europeo, Francia y Austria se enfrentan de nuevo, esta última con el apoyo de Inglaterra, en el año 1713, la paz de Utrech devolvía a Europa la idea de equilibrio entre las naciones e instauraba la dinastía de los borbones en el trono español.

En Italia, durante el siglo XVII, los territorios de Sicilia, Nápoles y Milán están bajo el dominio de las corona española. El resto del territorio italiano estaba dividido en diversos estados: el ducado de Toscaza (inmerso en una crisis económica que impide la primacía cultural que tuvo en el Renacimiento), los ducados de Mantúa, Parma y Módena (cercanos a la órbita política de Francia para contrarrestar la influencia española), el ducado de Saboya (cuya situación geográfica hace bascular su política unas veces a favor de España y otras de Francia), la república de Génova, de la que depende la isla de Córcega (aliada obligada de España), la república de Venecia, bajo cuyo control están: la costa Dálmata, las islas Jónica y Creta (con autonomía respecto a España y los Estados Pontificios, gobernada por el Papa y cuya capital Roma se erige como el más importante foco artístico.
Las consecuencias internacionales de La Guerra de Sucesión Española, provocó un cambio de status en el territorio italiano, dando lugar al comienzo de la presencia austríaca en Italia, el Milanesado, Nápoles y Sicilia pasaron al poder de Austria y Cerdeña al ducado de Saboya, siendo permutada posteriormente por Sicilia. En 1738, Nápoles y Sicilia pasaron a pertenecer de nuevo a los borbones españoles.

En el terreno económico, la teoría imperante será el Mercantilismo, un auténtico nacionalismo económico que reforzaba el nacionalismo político hasta hacer posible a las propias  monarquías absolutas europeas. Buen ejemplo sería en Francia en la época de Luis XIV.
Durante el siglo XVII, es un siglo de estancamiento en la agricultura y la industria. En el S. XVIII el comercio colonial inglés, francés y holandés con América y Oriente, permite un respiro económico a estos estados.

En la parte demográfica, aunque la población de la Europa de finales del siglo XVI se da entre unos 70 y 80 millones de habitantes, en el siglo XVII el crecimiento se estanca debido con fluctuaciones positivas o negativas según la frecuencia y gravedad de las crisis. El 80% vivían en el campo, de donde salieron emigrantes hacia las ciudades o territorios americanos. La esperanza de vida era muy escasa. Las epidemias, las hambrunas, la deficiente alimentación tanto en calidad como en cantidad, la falta de higiene contribuyeron a ello.
La sociedad se constituye como una estructura estamental. La nobleza, el clero y el estado llano tendrán unas funciones propias, un estatuto jurídico particular y en consecuencia una mentalidad determinada: nobleza y clero privilegiados con oficios reservados exenciones fiscales e instituciones que garantizan su influencia a través del poder territorial (mayorazgo); el tercer estado, incluyendo al resto de los súbditos, son excluidos de la política que dada su deplorable situación socioeconómica provocó levantamientos e insurrecciones en las crisis de subsistencias o por el aumento de las cargas fiscales.
En cuanto a los grupos sociales dominantes como la aristocracia y la burguesía, detentadoras de la fortuna, constituyen la clientela de los artistas.

En el ámbito cultural y científico, se trata de un periodo brillante para la ciencia. Personajes como Galileo, Newton o Descartes, hicieron posible un gran desarrollo en la campo de la Filosofía (Racionalismo), las Matemáticas y la Astronomía.
En Inglaterra destacan los empiristas como Bacon y Hume, mientras que en el terreno de la ciencia política Hobbes y Locke intentan formular teorías políticas que se fundamenten racionalmente en el concepto de naturaleza humana, manteniendo que el estado debe constituirse como un poder moderador que sirva para garantizar los derechos a la vida, la libertad y a la propiedad.

En el terreno de la poesía  y la novela, el estilo Barroco desarrolló sus notas características: exageraciones expresivas, búsqueda del efectismo mediante licencias sintácticas y semánticas bajo un elevado nivel conceptual, destacando artistas como Góngora, Quevedo o Cervantes.
El teatro cobró un nuevo impulso dirigiéndose a un público muy variado: minoritario en Inglaterra y popular en España. Destacan artistas como Calderón de la Barca, Lope de Vega o Shakespeare.

La multiplicación de géneros musicales hace del siglo XVII el siglo de la aparición de la música moderna con Vivaldi, Corelli o Bach y el nacimiento de la ópera en la que sobresale Monteverde.




Marco religioso



La crisis religiosa del siglo XVI, provocó una revisión de toda la herencia espiritual de la Edad Media. La reforma representa una ruptura con esa herencia y un retorno a las fuentes del cristianismo. A lo que se vuelve es a la Biblia y no a la tradición de los doctores, a la fraternidad de los fieles y no a la jerarquía de la iglesia. La contrarreforma renovó la vida cristiana y la espiritualidad como había intentado hacerlo la Reforma mediante una iglesia romana depurada ligada a cuanto auténtico y ortodoxo había contenido el pasado. Por ello serán proclamados el culto de la eucaristía, la intersección de los santos y la obligación de venerar sus imágenes, ocupando un lugar excepcional la Virgen, lo cual va a preparar la afirmación de nuevos dogmas (inmaculada Concepción y Asunción), la primacía de la cátedra de Pedro y la autoridad del papa.

El Concilio de Trento fue un concilio de italianos y españoles en el que se reanimó el arte religioso a base de mantener disponibles  algunas lecciones formales del arte renacentista. El Concilio no suministró prescripciones en materia de arte. Se refirió extensamente a lo que debía hacerse desaparecer de las iglesias: imágenes lascivas, profanas o aquéllas que amenazaran descarriar los espíritus. El Concilio preparó un carácter brillante al arte religioso, a la iglesia le convenía afirmar las verdades dogmáticas del Concilio aunque fuera a base de grandiosas manifestaciones de culto público. Este estilo litúrgico, de carácter jubiloso inclinaba a las almas a transmitir su alegría interior mediante cánticos y actitudes, pero no se trataba de un estilo inventado para impresionar las imaginaciones sino de un estilo triunfal que representaba una nueva forma de expresar la oración. La compañía de Jesús se convertirá en la valedora intelectual de la Contrarreforma.

Buena parte de la sociedad europea del siglo XVII tenía sus estructuras mentales regidas por la religión. El trabajo, regulado por la luz del día en el campo, por el juego de las estaciones, también lo es por las fases del año litúrgico. La organización de la vida diaria gira en torno a la normativa religiosa, además la debilidad de las técnicas deja a los hombres  desguarnecidos ante calamidades naturales. Esta inseguridad general preparó a las almas para solicitar la intersección de las fuerzas espirituales, La Contrarreforma, al multiplicar las imágenes, pretendió orientar hacia la doctrina una inquietud que de otro modo habría derivado fácilmente hacia la magia. Esta religión de las imágenes guardó especial conformidad con el gusto de España y  los modelos españoles se difundieron por los países católicos europeos. La imagen debe enternecer o apaciguar, debe enseñar pero perturbando el corazón, y en ninguna parte parecen suficientes ni aptas para el fin buscando la mesura clásica o la armonía platónica. El culto de los santos se encontró asociado con un clima de prodigio y de realismo que la libertad del Barroco debía evocar y satisfacer mejor.




Técnicas



Sin lugar a dudas, durante este periodo artístico en adelante la pintura al óleo será la técnica mayormente escogida por los grandes maestros del arte.
Aunque la preparación de pinturas hechas con aceites vegetales se remonta a la Edad Media,  y los pintores ya conocían la pintura al óleo desde el siglo XIV, y aún antes, no se adoptó de manera general hasta el siglo XV. A mediados del siglo XVI, el método estaba en pleno auge, en una forma bastante desarrollada, y desde entonces, la pintura al óleo ha sido la técnica más habitual de la pintura artística.

La pintura al óleo cobraba tal importancia, hasta tal punto que, a juzgar por la aceptación pública, los otros métodos de pintura quedaban relegados al estatus de técnicas menores.




Pintura al óleo



Al partir del siglo XVI, la pintura al óleo progresó hasta convertirse durante casi 400 años, en el medio pictórico más utilizado. Solo en los últimos veinte años ha cedido parte de su supremacía a las resinas poliméricas sintéticas, pero probablemente sigue siendo el medio más popular.
La pintura al óleo se hace con pigmento pulverizado seco, mezclado a la viscosidad adecuada con algún aceite vegetal, normalmente de linaza o de adormidera. Estos aceites de secan más despacio que otros medios, no por evaporación sino por oxidación. Se forman capas de pigmento que se incrustan en la base y que, si se controlan cuidadosamente los tiempos de secado, se fijarán a las siguientes capas de pigmento. Este proceso de oxidación confiere una especial riqueza y profundidad a los colores del pigmento seco, y el artista puede variar las proporciones de óleo y disolventes, como la trementina, para que la superficie pintada presente toda una gama de calidades, opaca o transparente, mate o brillante.

Por esta y por otras razones, el óleo puede considerarse  como el medio más flexible de todos. Convenientemente usada, la pintura al óleo cambia muy poco de color durante el secado, aunque a largo plazo tiende a amarillear ligeramente. Su capacidad de soportar capas sucesivas permite al artista desarrollar un concepto pictórico por etapas.
El uso parcial de sustancias oleosas en pintura tiene una historia muy larga. Se utilizaban en diversas emulsiones para temple y es difícil precisar una fecha exacta de origen. El desarrollo de la pintura al óleo hasta su forma más pura se debe a los pintores del Cuattrocento, especialmente a Van Eyck, cuya influencia en  sobre discípulos como Antonello de Messina extendió el uso del óleo a Italia, y sobre todo a Venecia.
El soporte, normalmente se usaba el lienzo de lino o de algodón, aunque también  se ha realizado esta técnica en otros materiales como la madera o tableros de aglomerado. Casi todas las obras maestras pintadas al óleo, están pintadas sobre lienzo, que aún a día de hoy, sigue siendo el soporte más utilizado para este medio. El lienzo tensado sobre un bastidor, y posterior imprimación de una fina capa de guesso para evitar un contacto directo de la pintura al soporte, tiene una receptividad única a la pintura y a la pincelada.




Formas



El interés persuasivo de la iglesia y la monarquía y la valoración de la burguesía protestante de lo individual y lo cotidiano determinan la principal cualidad de la pintura barroca: su vinculación a la realidad, que es también consecuencia de una evolución estilística, ya que,  cuando en los últimos años del siglo XVI la justificación puramente estética y el consciente antinaturalismo del manierismo agotan sus cauces expresivos, los artistas barrocos usan la novedad formal plasmando en sus obras aquello que el manierismo rechazaba: la realidad y la naturaleza.

En el barroco, se va a encontrar un cierto incremento en la temática pictórica, principalmente por la ampliación de la clientela e incluso el cambio de necesidades de la que venía ejerciendo el mecenazgo tradicional, y el hecho de que no exista un solo barroco y éste dependa del contexto en el que se inserta.

Los temas más característicos del barroco son la pintura de paisaje, de atmósferas poéticas y misteriosas, el bodegón tan característico a lo largo de los siglos, la pintura religiosa y mitológica, junto con la aparición de una nueva forma como es la pintura de género. Pero primordialmente el retrato, sigue siendo la forma más acuciada en el terreno pictórico. Todas estas formalidades, se sitúan bajo una serie de aspectos que rigen la pintura barroca:

- Realismo. Se buscan los modelos de la naturaleza, sin llegar a la idealización, incluso llegando al naturalismo, la preocupación por la representación del estado psicológico, de los sentimientos (dolor, alegría), etc. En no pocas ocasiones la luz se pone al servicio del realismo
- Predominio del color sobre el dibujo. En los grandes maestros las manchas son las definidoras de las formas (Velázquez o Rembrandt). Se pintan las cosas como se ven en la realidad, con manchas de color y de luz, perdiéndose los detalles y con el contorno no precisado.
- Profundidad continua. En el barroco se abandona el rigor de la perspectiva lineal, para obtener la sensación de profundidad los procedimientos utilizados pueden ser líneas convergentes, series de escorzos, un primer término desmesurado, un primer término oscuro, juegos de luces, plasmación de efectos atmosféricos.
- Hegemonía de la luz. Se abandona el esfumato de Leonardo, pasándose a planos de luz y sombra donde las formas se dibujan con gran precisión. El barroco es el arte de plasmar pictóricamente la luz y en correlación, la sombra juega un papel hasta entonces inédito, especialmente en los ensayos del estilo que han venido a denominarse “tenebrismo”. En el barroco se subordina a la luz, y en algunas ocasiones las formas suelen desvanecerse por debilidad o intensidad del centelleo luminoso.
- Libertad en la composición. La tendencia a colocar el personaje o figura centrada y las dos mitades pintadas se pierde de la misma manera que se desecha la malla de horizontales y verticales del arte clásico (composición tectónica). Se prefiere todo aquello que muestre desequilibrio o que la escena continúe más allá de nuestros ojos.
- Plasmación del movimiento. La pintura barroca es la pintura de la vida y ésta no puede representarse bajo formas estáticas. La turbulencia se antepone a la quietud, las figuras son inestables y los escorzos y ondulaciones se multiplican. A veces este movimiento no existe y el exceso de quietud normalmente se relaciona con la pintura religiosa.
- Técnicas. La importancia del color y el deseo de mostrarlo en toda su brillantez hace que se abandone el temple y se generalice el óleo y el uso del lienzo, abandonándose casi por completo la tabla. La técnica del fresco se sigue utilizando para la pintura decorativa de las paredes.




El Retrato Barroco



El arte del retrato comienza en el Renacimiento, en coincidencia con el nuevo interés por el individuo, donde en el siglo XVII podemos contemplar su mayor penetración. Es ahora cuando nace lo que llamamos “retrato oficial”, en el que la figura principal aparece en un rico escenario rodeado de telas y elementos simbólicos. En los palacios de los nobles suele haber un salón de linajes: la costumbre de las bodas entre los príncipes europeos por razones políticas hace que menudeen los envíos de retratos.

El análisis de esta temática tiene diversas perspectivas. De un lado nos muestra el rostro de la clientela: papas, cardenales, órdenes monásticas, cofradías, aristócratas, grupos de
burgueses, e incluso la clase menos acogida por la sociedad: los pobres y marginados, siendo el retrato no menos que un instrumento para reflejar al mundo el poder del hombre y su vanidad frente a la humildad de los más necesitados.
Por otro lado, nos presenta la sustitución de la persona retratada y se convierte en su doble. Por último el tipo de retrato se revela se rebela si se ha querido  cumplir uno o varios objetivos:

- Que parezca vivo.
- Que consigne la personalidad del retratado
- Que transmita el rango social

Según esta triple finalidad, podremos ir desde el retrato cortesano más exterior, como el retrato del rey sol(Luis XIV), al autorretrato que capte sobre todo el alma (Rembrandt).


La época barroca es un periodo de fascinante riqueza: en todos los campos surgen novedades extraordinarias. Ejemplo de ello lo encontramos nuevamente en el retrato, siendo una de las expresiones más vivas y directas de ese periodo: en lo rostros, en los gestos, en las ropas y en las posturas de los hombres, mujeres y niños se reflejan con palpitante y emocionante claridad el cambio de modas y situaciones, las ambigüedades y las grandezas.

Desde el siglo XVII, la circulación de ideas y artistas se hace muy intensa. Mientras se consolidan nuevas escuelas nacionales, se asiste a la difusión “contemporánea” de características estilísticas sustancialmente homogéneas en toda Europa. En la pintura, se producirá una alternancia entre la energía realista y el claroscuro de Caravaggio y la fantasiosa y coloreada fantasía barroca, encontrándonos con una gran abundancia de focos nacionales diferenciados que hacen difícil caracterizar de forma general.

La principal vía de desarrollo del retrato en el mercado del arte, es el eje Roma-Amberes, gracias al comercio náutico y desarrollo cosmopolita. Como resultado de esto, se creará el núcleo de una sólida clase burguesa, que se convertirá en el principal público del arte de Flandes y en modelo para el capitalismo, convirtiéndose Amberes en la capital del arte gracias a Pieter Paul Rubens:

- Escuela Flamenca. En Flandes, la actual Bélgica, permanece unida a la corona española y a la iglesia de Roma, lo que explica por una parte su identificación con los ideales de la contrarreforma y la pujanza de la temática religiosa, por otra parte la aristocracia impulsa el desarrollo de los asuntos profanos o mitológicos, que se plasman con un carácter sensual y exuberante en grandes lienzos que cubren las estancias palaciegas.
Los temas costumbristas, las fiestas aldeanas, las bodas, son frecuentemente tratados, y en ellos el optimismo y la alegría son característicos. En los bodegones, en las naturalezas muertas, son características las grandes piezas de caza, la abundancia de alimentos y frutas.

La figura de Rubens será el mayor artífice de esta escuela, confluyendo la tradición realista flamenca y las influencias italianas. Pintor muy prolífico, se le atribuyen una buena cantidad de obras, gran parte de ellas a su taller. Se caracteriza por el uso de un dinamismo y vitalidad en su pintura, por medio de una pincelada suelta y rápida cargada de sensualidad y voluptuosidad de una serie de composiciones abiertas con predominio de líneas diagonales y curvas. Atiene una especial precedencia por las formas femeninas.
Además de acoplar diversos temas como el paisaje, los temas mitológicos y religiosos, el retrato se convierte en un punto fuerte de este artista, llegando incluso a servirle sus diferentes esposas tras enviudar como modelos para sus retratos.
Como pintor retratista, suelen ser acorde a personajes importantes de la época, siendo
un gran fisonomista a la vez que presta atención a telas y adornos o joyas, con una menor preocupación por captar la psicología del personaje representado, como sus retratos ecuestres.


                                           
El sombrero de paja (retrato de su cuñada, Suzanne Fourment),
Nacional Gallery, Londres.



- Escuela Holandesa. Como expresión de una cultura figurativa y de una sociedad “hermana” de la flamenca, aunque con rasgos propios surgirá la escuela holandesa, con Rembrandt y Frans Hals como principales intérpretes, reflejando ese punto de unión entre Flandes y Holanda. Defensora de los ideales religiosos reformistas, se va a establecer como una escuela pictórica independiente propiciada por la estructura social democrático-burguesa y por la religiosidad protestante.
El desarrollo del protestantismo, provoca la casi desaparición de las imágenes, reduciendo el tema religioso a la representación escasa de escenas bíblicas. Esta escuela mostraba una cierta tendencia a las costumbres y la no presencia de obras de temática mitológica.

En esta parte, la burguesía se va a convertir en el cliente de una pintura en el que el artista, no va a disfrutar del reconocimiento social que disfruta en otras zonas de la
europa barroca, las obras destinadas a decorar las dependencias burguesas, van a ser de escaso tamaño a la vez que el número de obras que se realizan en este periodo será muy abundante.

Además del retrato, individual y colectivo, los interiores burgueses o escenas domésticas, las escenas costumbristas, los paisajes, las representaciones de animales, las marinas y los bodegones serán los géneros predominantes.

Entre los retratistas, cabría citar la persona de Frans Hals, principal creador del retrato colectivo. Por medio de sus figuras, conforma un conjunto que se relacionan, se comunican unas con otras, son retratos de corporaciones, donde los directivos de estas identidades deseaban perpetuar su paso por las mismas, como el banquete de los oficiales de la guardia cívica de San Jorge.



El banquete de los oficiales de la guardia cívica de San Jorge de Harleem
(Frans Hals Museum, Harleem).



Al principio, Hals pinta retratos de personas aisladas, con un colorido vivo y alegre, siendo posteriormente su colorido reducido a tonos blancos y negros, recreando unos tonos más serios. Su capacidad para reproducir en las figuras la psicología del retratado es característica.

Pero siendo el principal autor más importante de esta escuela, la encontramos en la persona de Rembrandt Van Rijn. Por medio de su gran variedad de temas, albergando el mitológico, histórico, y religioso entre otros, su estilo se caracteriza por la influencia en el realismo de la pintura de Caravaggio y en la utilización de la luz. Por medio de una pincelada suelta y de grandes y espesos empastes, da a lugar formas sugeridas por manchas densas y amplias, otorgando a su obra un realismo impregnado de idealismo y espiritualidad. Rembrandt utiliza el empleo del claroscuro que se degrada en doradas penumbras, aportando un valor simbólico y a la vez psicológico, a la vez que formal, cuya principal función es la de captar la psicología del retratado, su estado anímico.



Autorretrato de Rembrandt (Frick Colección, Nueva York).



- La escuela española. La espléndida trayectoria de la pintura española en el llamado siglo de oro de la cultura y la historia hispanas tiene su principal referente en Velázquez. Por medio de tres grandes focos artísticos como Valencia, Sevilla y Madrid, se va a establecer en función al mecenazgo de la corte y de la iglesia, una pintura influenciada por el realismo y el tenebrismo de origen veneciano. Va a establecerse un cierto predominio de la temática religiosa, especialmente en su expresión ascética o mística, tratada con sencillez y credibilidad, aunque también se va a dar otros temas 
como el retrato, la mitología, el bodegón, el paisaje, la fábula pagana y el género histórico. A diferencia de otras escuelas, la española opta por la ausencia de lo heróico y los tamaños superiores al natural, prefiriéndose un equilibrado naturalismo alejado de toda sensualidad. Se acoge la composición sencilla y nada teatral o escenográfica.


                                        
El papa Inocencio X (Galleria Doria Pamphili, Roma).



En el campo del retrato, entre otros artistas como Murillo o Ribera, cabría el citar al maestro Velázquez como mayor intérprete en este campo. Por medio de un tratamiento naturalista con influencia de los principios manieristas y academicistas con acopio del tenebrismo, escoge el tema del bodegón con figuras, ejemplo de ello recae en El aguador de Sevilla o vieja friendo huevos. Estas obras son el resultado de una composición sencilla en el que se contempla un juego de fuertes contrastes de luces y sombras con colores terrosos.

El artista, a su entrada en la corte española hay un cierto abandono de la temática religiosa y el bodegón, para concentrarse en el género retratista. Por medio de una composición dotada de sencillez y con una gran influencia de los pintores italianos, recrea retratos de cuerpo entero, en busto y de tres cuartos de personajes elegantes y estáticos, caracterizándose por ese realismo, y la escasa preocupación por el fondo.
Velázquez encarna la figura del artista de corte, reflejando el esplendor de una época y del sutil desasosiego que amenaza la seguridad del imperio español. El artista, al igual que lo hiciera Rembrandt, capta la esencia más profunda de los personajes, hasta infundir en el alma de la persona, tomando como cómplice el estado anímico.




Retrato de Felipe IV (Museo del Prado, Madrid).



Como ejemplo, citar sus retratos del Rey Felipe IV en diversas poses y actitudes. En la imagen mostrada arriba, se muestra a una figura que rebela su naturaleza augusta, digna, aunque inspirada de cierto aire resignado. Velázquez, sinceramente monárquico y amigo del rey, no buscaba la semblanza física, sino dotar de trazos conceptuales su fiel descripción de la figura. En esta representación, aparece libre de todo accesorio y desprovisto  de símbolos o alegorías. Con un resultado casi impresionista, concluye un rostro basado en la perfección que contrasta con el fondo.

Velázquez fue capaz de asimilar el arte pictórico del pasado y de su época y, al mismo tiempo, crear una obra y una técnica personales e innovadoras.
El pintor sevillano consiguió plasmar la atmósfera existente entre los cuerpos. Gracias al uso de los colores y de la luz se constituyó en un genio de la “perspectiva aérea”.



Las Meninas (Museo del Prado, Madrid).



Sus cuadros reflejan la irradiación de la luz y la vibración visual de los colores al servicio de los efectos de profundidad.La pincelada fue clave para su éxito: toques sueltos y sencillos que van sugiriendo formas sin llegar a definirlas sin llegar a definirlas plenamente, pero que proporcionan una apariencia de realidad inmediata.







El Impresionismo: La pintura del placer



Los pintores impresionistas no se definían a ellos mismos bajo este apelativo. El término les fue impuesto de modo peyorativo por el crítico Louis Leroy, al ver la obra de Monet Impresión atardecer o Impresión sol naciente pintada en 1872 y expuesta en la exposición del 74. Al día siguiente de ésta, parafraseando el título del cuadro para burlarse de él, Leroy bautizó el nuevo movimiento: Al contemplar la obra pensé que mis anteojos estaban sucios, ¿qué representa esta tela?..., el cuadro no tenía derecho ni revés..., ¡Impresión!, desde luego produce impresión..., el papel pintado en estado embrionario está más hecho que esta marina. Así fue como el término “Impresionismo” pasó a ser el nombre del movimiento del que luego el propio Leroy se envanecería



Retrato de Jeanne Samary de Renoir (Museo Pushkin, Moscú).



Hasta la segunda mitad del siglo XVIII el estilo que primó fue el Clasicismo. A partir de este momento se dará un giro radical en la Historia de la Pintura. Lo habitual era el que los artistas expusieran en el Salón Oficial. Los nuevos artistas (conocidos como "Los Rechazados") por el contrario, tenían que buscar otros lugares alternativos que les permitieran exhibir sus obras. Así, la primera exposición impresionista tuvo lugar el 15 de abril de 1874, en el Salón del fotógrafo Nadar. Se presentaron bajo el nombre de
"Sociedad Anónima de pintores, escultores y grabadores". Intervinieron entre otros artistas de la talla de Monet, Pissarro, Renoir, Sisley, o Cézanne.


Provocaron un gran escándalo, proceso similar al que experimentó Manet. El refinado público del momento no estaba preparado para aceptar una revolución como la que ellos proponían. Las burlas y duras críticas a que fueron sometidos les llevarían a posteriori al éxito. Su máximo reconocimiento se afianza ya entrado el siglo XX. A partir de este momento las exposiciones se irán sucediendo progresivamente en el tiempo y con sedes diferentes. Al esplendor del estilo le sucederá el declive, ya que se verá desbordado por la aparición de otras preocupaciones y presupuestos diferentes. Así surgirán varios estilos diferentes que se engloban bajo el nombre genérico de “Neoimpresionismo”.




Marco espacial



El impresionismo, nace en Francia durante el siglo XIX como repulsa a los valores académicos del arte, convirtiéndose en un estilo autónomo regido por sus propias leyes.
A finales de 1869 los principales pintores impresionistas ya se conocían bien unos a otros. Por entonces el café Guerbois, en la calle de Batignolles, cerca del taller de Édouard Manet (quien parece que por el momento era la personalidad dominante) se convirtió en el cuartel general de este círculo artístico. La actitud de solidaridad de los impresionistas a comienzos de los años 1870 se expresó de un modo muy revelador en algunos retratos de grupo, como el de Fantin-Latour (Taller en el barrio de Batignolles, 1870) o el de Bazille (El taller del artista en la rue de la Condamine, 1870). 




Marco temporal



La característica fundamental del siglo XIX (1801–1900) son sus grandes cambios. Cambios anunciados y gestados en el pasado pero que se efectuarían. Cambios en todos los ámbitos de la vida y el conocimiento. Revoluciones de todas las índoles tendrían su lugar, como la Revolución Industrial.
En este siglo, tendrá lugar la aparición de nuevos elementos arquitectónicos tales como el hierro, el metal y el hormigón, como un progreso hacia el modernismo. Ejemplo de ello recae en la gran inauguración de la primera exposición universal de París, coincidiendo con la inauguración de la torre Eiffel. La aparición del ferrocarril, y más tarde del automóvil, marcarán en occidente una gran revolución cultural y científico-tecnológica
La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término “científico”, acuñado en 1833 por William Whewell, sería parte fundamental del lenguaje de la época, sirviendo la medicina como una mejora de vida ante las continuas enfermedades como la tuberculosis. La economía sufriría dos fuertes revoluciones industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840, y la segunda entre 1880 y 1914. Para que la industria fuera avanzando, necesitaba el desarrollo de los conocimientos prácticos, valorándose enormemente el trabajo investigador de los científicos e inventores
En política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las bases para las revoluciones burguesas, extendiéndose por todo el mundo mediante el imperialismo buscando alianza con el movimiento obrero al que, para evitar su triunfo, le cederían el sufragio universal. Con el nacimiento de las democracias censitarias y el ocaso de las monarquías absolutas, junto con el paso de la Revolución francesa y la posterior era napoleónica, estableció que los monarcas se convirtieran en déspotas ilustrados que actuaban con la clase dominante.
Un cambio tan radical en el pensamiento en tan corto período de tiempo se puede explicar con la revolución de 1848, el movimiento republicano en Italia, Austria y Alemania y, sobre todo, el impacto que sobre la vida cotidiana supuso la aparición de la máquina, base de la industria: el primer tren de viajeros entre Liverpool y Manchester, la puesta en marcha de la primera línea transatlántica, el comienzo del reinado del teléfono, el telégrafo y el sello de correos, siendo obviamente a costa de la nueva clase social: los obreros asalariados, los proletarios que reemplazaban a los artesanos del pasado. Hombres, mujeres y niños sin distinción alguna permanecían por más de doce horas en las fábricas, en condiciones penosas y percibiendo jornales irrisorios.

En filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo.




Marco artístico



El historicismo marca a la nueva arquitectura, que se deja influir por la añoranza al pasado, que encuentra su originalidad en el estudio del pasado origen. Concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. Al neoclasicismo del pasado siglo le continuó el neogótico, asociada a los ideales románticos nacionalistas. La arquitectura ecléctica, hace evolucionar a la historicista, combinando variedad de estilos arquitectónicos en una nueva estructura.
El movimiento Arts & Crafts contempló la idea de aprovechar el desarrollo industrial y tecnológico, viendo en el artesano una figura destacable. Con la disolución de sus ideales y la dispersión de sus defensores, las ideas del movimiento evolucionaron, en el contexto francés, hacia la estética del Art nouveau, considerado el último estilo del siglo XIX y el primero del siglo XX.
El romanticismo del siglo XIX fue la antítesis del neoclasicismo. La moderación, el racionalismo, la pública inmoralidad serán tajantemente reemplazados por el exceso, el sentimentalismo, la búsqueda de crear una moralidad cada vez más inalcanzable. Los ideales cimentados por Rousseau, el precursor ideológico del romanticismo, culminarán en la Revolución francesa, que sería el punto de partida para la creación de una nueva época. La revolución será constantemente evocada a lo largo del siglo, junto con ideales como la libertad, la independencia y el nacionalismo, en ese entonces perteneciente a la izquierda política. Los pilares son el individualismo burgués, que quedaría plasmado en el subjetivismo literario; la evasión de la realidad, en pro de la creación de una nueva sociedad mejorada. La exaltación de la naturaleza, en la cual suponían que el hombre estuvo exento de dramas y dificultades.
Hacia el postromanticismo se gestaría la idea de que la belleza del arte se encuentra en el arte mismo: El arte por el arte. Varias corrientes se consideran postrománticas: El parnasianismo, se caracterizaría por su ruptura con el subjetivismo y con el exceso de sentimentalismo; el simbolismo según definió el propio Jean Moréas es “Enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad, la descripción objetiva”, se encuentra impregnada de intenciones metafísicas, misterio y misticismo; el decadentismo surge por el acto de potenciar a Baudelaire, que buscaba la belleza en lo repugnante, busca revelarse contra la falsa moralidad burguesa. 

Otra alternativa al romanticismo fue el realismo como culto al progreso.Intentando romper con todo lo viejo para construir un mundo nuevo fundado en lo concreto, está inspirado en los efectos sociales del nuevo capitalismo. Es habitual el uso de la sátira, la denuncia, las temáticas de enfermedad, suciedad, locura, pobreza, vicios y prostitución. El realismo se potenciaría en el naturalismo, más influenciado por el materialismo, el positivismo o el determinismo.

Con la aparición de la fotografía, estableció un gran impacto en la pintura demostrando que lo que prima en la visión es el color y no el dibujo. Con ello se rompen planteamientos clasicistas anteriores. La fotografía trajo consigo el concepto de la “instantánea”, que será tan utilizado por Degas para sus composiciones de bailarinas.

En lo referente a la pintura como material, surge el impacto del óleo en tubo, generalizándose a mitad de siglo. Trae consigo una consecuencia revolucionaria, ya que el artista no tiene porque elaborar cuidadosamente los pigmentos, de ahí que el pintor salga del taller para pintar al aire libre. Con ello, se revela otra realidad llena de luz y color.
La Pintura del Siglo XIX no estuvo exonerada del quiebre histórico con su historia. Tampoco lo estuvo de la multitud de corrientes de filosofía del arte. También se dejó influenciar por el fenómeno político francés, la ruptura con el tradicional artista que muestra lo que la monarquía y su aristocracia pretende. El mundo no está en orden, y eso pretende mostrar el nuevo arte, al mismo tiempo que propone un nuevo orden: El Romanticismo. Allí donde el neoclasicismo propone una belleza ideal, el racionalismo, la virtud, la línea, el culto a la Antigüedad clásica y al Mediterráneo, el romanticismo se opone y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, la exaltación, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de Europa del norte.
Hacia mediados de siglo hay una vuelta, en cierta forma, al racionalismo como fuente de inspiración. El notorio desarrollo industrial provocado por la Revolución industrial, sus “efectos secundarios” y la frustración con los estímulos revolucionarios de 1848 llevan al artista a olvidarse del tema político y a centrarse en el tema social. El manifiesto realista comprende que la única fuente de inspiración en el arte es la realidad, no existe ningún tipo de belleza preconcebida más allá de la que suministra la realidad, y el artista lo que debe hacer es reproducir esta realidad sin embellecerla.

Los pintores paisajistas ingleses del romanticismo afianzarían las bases sobre las que más adelante trabajarían los impresionistas. De Turner los impresionistas tomarían su gusto por la fugacidad, sus superficies borrosas y vaporosas, el difuminado y la mezcla de colores intensos; pero desecharían el componente sublime, propio de la pintura romántica.

Hacia finales de siglo y comienzo del siglo XX se podía ver una gran variedad de vanguardias. El punto máximo del individualismo implicaba que cada artista debía promover su propia vanguardia, que afirmaba, de carácter universal y verdadero. El postimpresionismo, el puntillismo, el simbolismo pictórico, el expresionismo, el cubismo, el fauvismo, el surrealismo, el futurismo darían cuenta de una sociedad que vive en la revolución por la revolución, la vanguardia por la vanguardia, la universalidad por la universalidad. Una sociedad donde los plazos son cada vez más pequeños, el ritmo cada vez más rápido.

Aunque rompió con la moderación armónica, el Romanticismo no necesariamente funcionó como antítesis del clasicismo. Beethoven (1770-1827), que significó un nexo entre ambos estilos, desarrolló principios heredados de Haydn en término de contraste, al mismo tiempo que extendió temporalmente la forma sonata. Se retomó la tonalidad cromática ampliándola y llegando al extremo, en el Postromanticismo, de suspenderla o creando tonalidad errante generalizada. También fue ampliado el tamaño de la orquesta llegando a extremos utópicos como el de Berlioz. En este siglo se gestaría el culto al pasado, particularmente a Bach y el barroco, por lo que se daría inicio a la interpretación como nueva rama. Hacia mediados de siglo también sería importante el papel del nacionalismo como búsqueda estética.

Hacia fin de siglo se gestaría el Impresionismo, que buscaría su expresión en la ruptura con la tonalidad, buscando en la modalidad como forma búsqueda arcaizante. También se inspiraría en músicas "exóticas", particularmente en la música de gamelán. Rompería con el contraste en favor de la homogeneidad incluso hasta llegar al concepto de música funcional, como es el caso de la pieza experimental de Erik Costome  "Musique d´ameublement".

Mientras que el modalismo y escalismo del Impresionismo influenciarían más tarde a los compositores modernistas, el interés por la música con mínimos contrastes influenciaría al Minimalismo. El cromatismo postromántico, por el contrario, ejercería más influencia en el Expresionismo, que desarrollaría el  Atonalismo libre y posteriormente el Dodecafonismo.




Técnicas



Los impresionistas se caracterizan por su técnica rápida, de largas pinceladas cargadas de materia pictórica. Esto fue duramente criticado por los más anclados a la tradición, llegando a decir que “los nuevos” estrujaban directamente sus tubos sobre los lienzos.

El óleo, sigue siendo el eje principal de la pintura impresionista, cuya función era la de plasmar en el lienzo la primera impresión visual del fenómeno natural, cobrando importancia la luz y sobre todo el color en la composición. Pero también por comodidad al pintar al aire libre la naturaleza, surgió junto con el óleo, una de las técnicas que garantizaba nuevamente esa pincelada rápida, permitiendo la capacidad de plasmar el objeto representado por medio de veladuras y transparencias de color: La acuarela.




Pintura a la acuarela



La técnica de la pintura a la acuarela se basa en el sistema de pigmentación por veladuras trasparentes; se utiliza el blanco brillante del papel para todos los tonos blancos y claros, y se aplican pigmentos que normalmente no son trasparentes, pero en una consistencia tan rebajada que sus efectos son casi tan brillantes como los de los que son trasparentes por naturaleza.
 El término acuarela se emplea para distinguir específicamente este tipo de pintura transparente de todos los medios opacos, como el gouache, la caseína, etc.
Según el método clásico, al aplicar varios lavados amplios de color suave, uno sobre otro, se obtiene un luminoso efecto aéreo, siendo un procedimiento muy útil.

Se pueden utilizar todos los pigmentos permanentes aceptados para pintar al óleo, con la excepción de los dos que contienen plomo: el blanco de plomo y el amarillo de Nápoles auténtico. Los pigmentos que son trasparentes por naturaleza, como el amarillo de cobalto, el carmesí de alizarina y el azul de manganeso, producen efectos muy brillantes; los pigmentos opacos, como los cadmios, pueden producir también efectos trasparentes si se usan correctamente, gracias a que se aplican en capas muy finas y poco pigmentadas.
La pinturas se  componen esencialmente de pigmentos trasparentes molidos sumamente finos en una solución acuosa de goma, estando combinados el material aglutinante y el pigmento en una proporción correcta.

A causa del bajo precio y sencillez de manejo de las acuarelas para estudiantes, se utiliza casi siempre como técnica de introducción a la pintura para niños y principiantes.
Pero en realidad, para pintar una buena acuarela se necesita un grado considerable de habilidad y una técnica artística bien desarrollada. Los materiales necesarios son portátiles, y por eso la acuarela se presta muy bien a la realización de bocetos. Por esta razón, se acostumbra a distinguir entre una pintura a la acuarela, cuidadosamente realizada en el estudio o al aire libre, y un boceto, que sirve como referencia para una obra posterior, realizada con acuarelas o con cualquier otro medio.

Aunque se pueden citar ejemplos de trabajos comparables a las modernas acuarelas en casi cualquier periodo, la técnica tal y como la entendemos hoy no fue apreciada como método artístico digno hasta el siglo XVIII, cuando la escuela inglesa le hizo ganar aceptación.

El soporte para trabajar en acuarela, es el papel, siendo el más apropiado el realizado con trapos de lino (se acepta un pequeño porcentaje de algodón), hervidos, deshilados y batidos para reparar fibras. El grosor, es el factor importante a tener en cuenta en el papel, ya que de ello depende de que se puedan hacer más manipulaciones.




Formas



La principal atención de los impresionistas es captar la impresión visual de la naturaleza para plasmarla en el lienzo. Se centran en los efectos que la luz atmosférica tiene sobre las formas y sobre los colores, con el fin de traducir sus infinitos cambios perceptivos. La extrema variabilidad de la percepción directa, sometida a las continuas variaciones de la luz en el aire y a las diversas modalidades de la visión del artista, lleva a los impresionistas a romper con algunas técnicas tradicionales, como el claroscuro y el dibujo. Con ello, invierten la tradicional relación jerárquica entre los elementos pictóricos, perdiéndose así el contorno de los objetos.

Entre los diversos géneros artísticos, priman las naturalezas muertas, pero sobre todo el paisaje y el retrato como una importante oportunidad  para divulgar el nuevo programa estético. Estas ramas están acorde a una serie de aptitudes presentadas a continuación:

- Pintura al aire libre. El pintor ya no se aisla del mundo en su taller o estudio, sino que sale al exterior para captar como forma de estudio a la naturaleza y sus continuos cambios perceptivos de luz y color.
- Teoría del color. Por medio del movimiento científico, se profundiza en el estudio analítico del color y la luz sobre los objetos. Chevreul, su principal promotor de la teoría, descubre los colores primarios y binarios, la ley de los contrastes simultáneos y los contrastes sucesivos. Así los pintores funden ciencia (pleno positivismo) y libertad creadora. Con la aparición de la fotografía, el artista explora las sensaciones que no capta la fotografía.
- Acabado imperfecto. Con la eliminación del dibujo y el contorno, la obra cobra inquietud, desasosiego. Hace que nuestra percepción visual complete aquellas zonas inacabadas, obligándonos a movernos para conseguir ver ese matiz terminado y perfecto que echamos de menos en el cuadro. Imagen y color se recomponen en la retina.
- Pincelada suelta y rápida. Para captar rápidamente la primera impresión visual de la realidad, se necesita ser rápido en la técnica y audaz para no caer en las limitaciones de lo consciente. Uso de un dibujo rápido y descuidado, son el resultado de unas superficies de manchas y puntos de diferentes colores.
- Ausencia de perspectiva. Cobra una mayor importancia el movimiento de la luz que el fondo, por lo que no les preocupan demasiado la perspectiva lineal, dando a lugar una nueva visión de la obra: el espacio bidimensional.
- Predominio del paisaje o de escenas intrascendentes. Las escenas tienen lugar en situaciones cotidianas de la vida diaria, tales como cafés, teatros o comedores.




El Retrato impresionista



El retrato junto con el paisaje, se presenta como un gran medio para exponer al público las nuevas formas revolucionarias. Tienen lugar en ambientaciones inéditas como en parques ciudadanos, en salas de baile y de concierto y en cafés. En este ámbito, se rechaza toda postura oficial a favor de un retrato “anticelebrativo”, como un reflejo de la vida concreta. En ellos, se exhiben los sentimientos cotidianos como el cansancio, la soledad, el recogimiento y la concentración en el trabajo y en el estudio, lleva al espectador al interior de una concepción pictórica plenamente insertada en la compleja y contradictoria intensidad de la vida. También los motivos representados muestran ese cambio de sensibilidad artística: en las telas aparecen personas comunes, camareros, bailarinas, amigos y parientes, mujeres de mundo.

Al ampliar el campo visual a la ambientación, el retrato, por medio del fondo, ofrece un conocimiento en profundidad del personaje representado, ofreciendo una panorámica  de su contexto vital o preferencias culturales. Jarrones con flores, estampas japonesas, escorzos de paisajes y espejos de reflejos cambiantes capturan al observador dentro de la movilidad de la imagen impresionista. Por medio de fuertes contrastes cromáticos entre luces y sombras con fondos claros, se consiguen grandes efectos lumínicos que consiguen difuminar el contorno del objeto.

También la construcción espacial del cuadro sufre grandes modificaciones para adecuarse a la naturaleza cromática de la imagen: por medio de un carácter aplanado con la influencia del arte japonés, se observan estampas bidimensionales, jarrones con flores y papeles pintados, o zonas de color uniformes y sumarias que esbozan sin definir el espacio circundante. También la presencia de espejos o de puertas y ventanas abiertas impide una lectura en profundidad de la imagen, ya que la definición de la luz y de los contornos reflejados es tratada de manera ilusionista.
La elección de los motivos es indicativa de las diversas actitudes y aportaciones de los principales pintores y de sus diferentes visiones del mundo. A continuación, se muestran los principales pintores impresionistas que causaron una gran revolución en el mundo del arte y en la sociedad del nuevo siglo:
                            
- Eduard Manet. Convirtiéndose en uno de los principales precursores del estilo, hace cambiar el sentido de la obra. No se trataba de un pintor oficial, sino más bien un mero aficionado a la pintura. Hijo de un banquero, Manet prontamente daría sus primeros pasos artísticos desde el realismo de Courbet hasta el propio impresionismo. Se le conoce por acoplar la figura humana en ambientes reales, así como la representación de los exponentes del milieu artístico parisino, o algunas personalidades burguesas.



La estación Saint-Lazare (Nacional Gallery of Art, Washington).



Por medio de un carácter anteclásico, Manet utiliza el tema como pretexto, rompiendo así con el sentido narrativo de la obra. Es el pintor de la indiferencia dentro de un marco natural casi clásico, dada la imagen mostrada arriba. En ella, podemos observar la imagen de la mujer que, percatándose de nuestra presencia, interrumpe su lectura para dirigirse indignada hacia el espectador. A su izquierda se localiza la imagen de una niña de espaldas que parece ajena a todo lo que esta sucediendo. Humo y vapor causados por la locomotora se mezclan en el aire para originar una nube que impide vislumbrar la visión de cuanto hay al otro lado de la verja.



Berthe Morisot (cuñada de Manet) con un ramo de violetas
(Musée de Orsay, París).



Influido por la pintura de Velázquez y Goya, Manet acogería la tradición española como punto de inspiración para sus obras, tales como El Pífano o La caída del picador, mostrando un cierto interés por las costumbres  y la fiesta nacional. En esas escenas, el artista marcaba un especial acercamiento a lo popular y lo trágico como resultado de su profunda admiración y sentimiento por nuestra cultura.

- Edgar Degas. Junto con Manet, Degas se convirtió en el dúo de precursores que hicieron cambiar el sentido de la obra de arte, mostrando un cierto interés por la búsqueda de nuevas formas pictóricas como medio de liberar el artista de la tiranía de lo académico. Al igual que Manet, era un especial aventurero en el terreno de la pintura. Hijo de un rico sombrerero, Degas escogería como medio a representar la vida parisina: escenas de la vida cotidiana, de fiesta, locales de music hold, las carreras de caballos y de danza, quedando el desnudo reducido en un segundo plano.

La obra de Degas, gira en torno al movimiento, realizando sólidas figuras con gran importancia del dibujo (dada su formación en la academia del círculo de Ingres) y su influencia italiana, cuya preocupación era crear el instante fugaz de una escena.



Clase de danza  (Musée de Orsay, París).



Ejemplo de ello, recae en la temática de la vida cotidiana de la mujer, con influencia del realismo de Daumier. Como pintor comprometido con la sociedad burguesa, Degas enfatiza el proceso repetitivo de la acción doméstica por medio de formas nítidas y planas, como sería su serie de planchadoras.
Otro ejemplo recae en el tema del teatro y la danza, cuyo pretexto nuevamente es la de originar el movimiento sin tener que albergar la narración. Por medio de estos estudios, el artista realiza un especial ensayo social por la evolución humana para contemplar la resistencia de ciertos personajes rurales. No alberga composición alguna, sino que encuadra las figuras por medio de una distorsión subjetiva.

- August Renoir. Por medio de una formación cercana a la academia, Renoir es el artista interesado en la figura humana. Aportando un estilo acogido de las formas de los pintores del rococó, se ganaba la vida interpretando retratos y la decoración de paneles de abanicos.

Además del paisaje, principalmente sus temas favoritos se van a concentrar en la vida callejera y en la burguesía que luego comprará sus cuadros. Al igual que hiciera Degas se ocupa de pobladas ambientaciones de la vida social de su tiempo, dedicado a motivos menos comprometidos como el refinado público de los palcos de la ópera.
Preocupado por la incidencia de la luz en las personas, recreará escenas intrascendentes bajo el uso de colores muy vivos.



                              Le Moulin de la Galette (Courtauld Institute Galleries, Londres).



Sentía ese especial interés en representar la vida contemporánea parisina por medio de diferentes figuras en un espacio ensombrecido con toques de luz, recurriendo a las tonalidades malvas para las sombras. El desnudo, será además uno de los temas o trabajos en la madurez más recurrentes en Renoir que marcará el punto más clásico del artista.